Escritos,  Lecturas

Indulgente

Se quitan las mascaras. Y les da igual. Ahora se esconden detrás de sus palabras porque tienen miedo de la verdad. Liberan la cloaca donde encierran sus verdades intransferibles. Y lloras, porque tus ojos se llenan de realidad. Mustios y apagados, gotean tristezas sobre esas palabras que remueven tus condescendientes pensamientos con abierta insumisión, se contagian del desanimo de no comprender. Es sentirse herido cuando la herida eres tú. Y te preguntas, ¿para qué?

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